Residencial
El sector residencial presenta una multitud de particularidades y especificidades que hacen que la difusión e implantación de la eficiencia energética sea especialmente compleja; antigüedad y tipo de viviendas, ratio de ocupación o tamaño de las viviendas, o ingresos son factores que hacen que la inversión en eficiencia energética sea más o menos difícil.
‘Paradoja de la Eficiencia Energética
Estas barreras consisten principalmente en:
- una información incompleta y asimétrica,
- el problema del principal-agente,
- los altos costes asociados a la mayoría de estas inversiones,
- la incertidumbre,
- la inercia o lo que se conoce técnicamente como ‘racionalidad acotada’, etc.
Sin embargo, el sector residencial presenta un nivel de complejidad especialmente relevante que hace que la adopción de medidas de eficiencia energética sea mucho más complicada que en otros sectores como, por ejemplo, la simple adquisición de electrodomésticos o vehículos eficientes.
Características
- Bloques o vivienda individual: el 70% de los hogares vive en bloques de viviendas. Las viviendas en bloque dificultan notablemente cualquier tipo de decisión sobre inversión debido al mayor número de personas que se tienen que poner de acuerdo. Es, por lo tanto, un factor con efectos negativos importantes que nos diferencia de otros países como Reino Unido con mayor presencia de viviendas unifamiliares.
- Alquiler o propiedad: el 92% de los hogares viven en régimen de propiedad. Este porcentaje también es superior al resto de países y al contrario que el tipo de vivienda, supone un factor positivo para la inversión en eficiencia energética. Está relacionado directamente con el problema del principal/agente que ocurre en situaciones como la siguiente: el inquilino que es quien paga las facturas del gas y la electricidad y podría tener interés en invertir en eficiencia energética para ahorrar costes, no es el encargado de dicha inversión ya que es probable que pierda la inversión en el momento en el que abandone la vivienda. Sin embargo, el propietario que es el encargado de la inversión no tiene incentivos ya que no es el que se beneficiará del ahorro en las facturas.
- Antigüedad: el 49% de las viviendas fueron construidas entre 1979 y 2005 (según otra fuente, el 53% de las viviendas fueron construidas antes de 1980). La antigüedad de las viviendas tiene implicaciones sobre el tipo de medidas de eficiencia energética que se deben aplicar y el propio grado de eficiencia energética del parque de edificios; cuanto más envejecido sea nuestro stock de edificios menor será nuestro nivel de eficiencia energética. Por otro lado, es posible que las construcciones más antiguas requieran de medidas estructurales mucho más complejas y con un coste mucho mayor. Por lo tanto, un stock de viviendas envejecido podría tener un potencial de ahorros energéticos mayor pero se requiere de un esfuerzo de financiación más elevado.
- Composición del hogar: España tiene una población envejecida. La edad de los miembros del hogar juega un papel determinante a la hora de invertir en eficiencia energética; generalmente las personas de edad avanzada sufren una mayor falta de información mientras que los retornos de la inversión se producirán durante un periodo más corto, lo que supone un efecto negativo sobre la inversión.
- Renta: en el año 2010, más del 60% de los hogares pertenecían a una clase social igual o superior a la media, con rentas superiores a los 30.000 euros al año (esta cifra es susceptible de haber disminuido en la actualidad como consecuencia de la crisis económica). Generalmente, la renta está identificada como un factor con efectos positivos sobre la inversión en eficiencia energética.